En este 15 octubre, en el que conmemoramos el Día Internacional de las Mujeres Rurales bajo el lema de “Más tiempo, más presencia, más voz, más vida”, de forma conjunta las Entidades
Locales y Territoriales de Navarra que cuentan con Técnica de Igualdad queremos compartir la
celebración de este día con el objetivo de destacar la contribución de las mujeres rurales en el
sistema de cuidados. Desde tiempos inmemoriales, nuestras madres, abuelas y ancestras han
sido guardianas de la vida y cuidadoras de nuestros territorios.
Las mujeres del medio rural, a menudo invisibles y silenciadas, han llevado sobre sus hombros el peso del cuidado de nuestras familias, comunidades y entornos naturales. Han sido las
encargadas de alimentar, curar, educar y sostener a cada generación. Han tejido redes de apoyo y solidaridad, construyendo una red invisible pero fuerte que ha sostenido la vida en nuestras
tierras.
Las tareas de cuidado han recaído y siguen recayendo desproporcionadamente en las mujeres
rurales enfrentando múltiples desafíos y obstáculos, teniendo que lidiar con la falta de
reconocimiento, la escasez de recursos y servicios, el aislamiento geográfico y la ausencia de
políticas que valoren su labor.
Sumado a esta labor de cuidados, las mujeres además desempeñan un papel crucial en la
economía rural. Muchas de ellas están involucradas en actividades agrícolas, ganaderas y
artesanales, contribuyendo a la producción de alimentos y a la preservación de la cultura local.
Otras estudian, investigan, emprenden, crean e innovan, generando nuevas oportunidades para el desarrollo del medio rural. Sin embargo, estas actividades a menudo se enfrentan a desafíos,
como la falta de acceso a recursos, la brecha de género en la titularidad de tierras y la dificultad
para acceder a los mercados.
La división sexual del trabajo, todavía actual y nutrida por los prejuicios y estereotipos asociados a los roles masculinos y femeninos tradicionales, obliga a las mujeres al cuidado, como una
habilidad naturalizada de su facultad reproductiva. A esto se suma, además, la realidad y la
tradición social, cultural y religiosa en Navarra, que perpetúa también la carga de responsabilidad de los cuidados sobre las mujeres.
El modelo actual de organización de los cuidados no satisface las necesidades sociales y los
datos pronostican un empeoramiento de la situación en los próximos años, a no ser que
organicemos los cuidados de otra manera. Los cambios sociodemográficos, el aumento del índice de dependencia, el aumento de la presencia en el mercado laboral de las mujeres, el desarrollo de políticas neoliberales, y la erosión del sistema público, así como la extensión de los diversos modelos familiares, han influido de forma relevante en las formas de organización de los cuidados, lo que nos lleva a hablar de la “crisis de cuidados”.
Las Entidades Locales queremos visibilizar el actual escenario que plantea desafíos significativos, y en ese escenario, queremos resaltar que las mujeres desempeñan un papel decisivo. Por tanto:
– Es imprescindible que el cuidado se convierta en un eje transversal de las políticas públicas,
atendiendo a la realidad de las zonas rurales.
– Que se priorice el reconocimiento, reducción y redistribución de las tareas de cuidado que
impulse la participación responsable de los hombres y descargue a las mujeres.
– Y que en las instituciones públicas, en lugar de gestionar o privatizar los trabajos de cuidado,
se pongan en marcha políticas transformadoras incorporando y desarrollando las estructuras
necesarias para democratizar y dignificar los cuidados.
Solo así se contribuirá a la consecución de la igualdad real entre mujeres y hombres, a la vez que se responderá a las necesidades y deseos de las personas y las sociedades en relación a la vida, el bienestar, la sostenibilidad y otros desafíos de nuestro tiempo.
El camino a la igualdad entre mujeres y hombres exige poner la vida en el centro, asegurar que
todas las personas tengan una vida plena y digna en localidades acogedoras y seguras, sostenibles tanto a nivel social como ecológico así como reconocer a mujeres y hombres el derecho a los cuidados necesarios para alcanzar el bienestar por encima de los intereses económicos.